Las Muertes por Causas Cardiovasculares de los Astronautas del Proyecto Apolo Plantean Cuestiones de Seguridad CV en el Espacio Profundo
Los
astronautas, debido a su oficio, están más sanos que la población general y
tienen acceso continuado a excelentes servicios médicos, aún así, una nueva
investigación sugiere que podrían ser especialmente vulnerables a morir de
enfermedad cardiovascular.
Los astronautas participantes en las misiones espaciales del proyecto Apolo, los únicos astronautas que han viajado más allá del escudo magnético protector de la Tierra, tenían cinco veces más probabilidades de fallecer por causas cardiovasculares que astronautas que nunca habían volado en el espacio y cuatro veces más probabilidades de morir por causas cardiovasculares que astronautas que jamás habían volado más allá de la órbita más baja de la Tierra.
“Estos datos sugieren que los viajes humanos al espacio profundo podrían ser más peligrosos para la salud cardiovascular que lo que habíamos anticipado,” tal y como concluyen el Dr. Michael Delp (Universitad estatal de Florida, Tallahassee, FL) y sus colegas colaboradores de la NASA en un estudio publicado el pasado 28 de julio de 2016 en Nature’s Scientific Reports.
La primera causa de este mayor riesgo de mortalidad cardiovascular entre los astronautas del proyecto Apolo es la exposición a la radiación del espacio profundo. En su estudio, los investigadores explican que cuando se viaja más allá de la órbita más baja de la Tierra hacia la Luna, los astronautas del proyecto Apolo navegaron por “regiones con electrones y protones geomagnéticamente atrapados conocidos como cinturones de Van Allen,” y en función de la duración de su misión y actividades específicas “estuvieron sujetos, continuamente, a diferentes niveles de rayos cósmicos de alta energía.” Existen datos epidemiológicos que asocian la exposición a la radiación ionizante al riesgo de enfermedad cardiovascular, explican.
De entre los astronautas que no volaron en ninguna misión orbital y aquellos que volaron, solo, en la órbita más baja de la Tierra, donde la magnetosfera de la Tierra nos protege de la radiación ionizante, el 9% y el 11% fallecieron de causas cardiovasculares, respectivamente. En cambio, el 43% de los astronautas del proyecto Apolo fallecieron de enfermedad cardiovascular.
Este estudio no está exento de limitaciones, una de las cuales es el pequeño tamaño de la muestra. El proyecto Apolo estuvo en funcionamiento entre 1961 y 1972 y, hasta la fecha, solo 24 astronautas se han adentrado en el espacio profundo. De estos, ocho astronautas han fallecido ya. Tres de ellos, Neil Armstrong (Apolo 11), James Irwin (Apolo 15) y Ronald Evans (Apolo 17), por causas cardiovasculares.
Para el Dr. Benjamin Levine (Facultad de Medicina de la Universidad del Sudoeste de Texas, Dallas), director de la unidad cardiovascular del Instituto Nacional de Investigación Biomédica Espacial (NSBRI), los datos, sencillamente, no son lo bastante sólidos como para afirmar, de manera concluyente, que viajar al espacio profundo acarrea una mayor mortalidad cardiovascular entre los astronautas. Atribuyendo el pequeño número de muertes a anteriores décadas de exposición a la radiación, sin controlar ninguna otra variable, no es hacer buena ciencia, dijo. La asociación, añadió, es “sencillamente insostenible.”
“Los astronautas del proyecto Apolo tenían diez años más que los demás,” dijo Levine, “ya solo por esto el grupo comparativo no es razonable. Solo ha habido siete fallecimientos, de los cuales solo tres han sido por causas cardiovasculares. ¿Quizá en aquellos que eran grandes fumadores?, ¿quizá tenían el colesterol alto antes de usar estatinas?”
En comunicación con TCTMD, Levine dijo que la relación entre exposición a la radiación y enfermedad coronaria acelerada está documentada durante décadas, de hecho data del lanzamiento de la bomba atómica. En la NASA, tanto los médicos como todos aquellos implicados en los procesos de selección de astronautas se guardan mucho de no enviar al espacio a sujetos con enfermedad cardiovascular prematura; por otro lado, a aquellos con puntuaciones de calcio en la arteria coronaria de 10 no se les permite entrar en el Cuerpo de Astronautas de la NASA (la unidad de la NASA que elige y forma a los astronautas), dijo Levine.
Un Estudio en Animales Arroja Datos Interesantes y Supone Todo un Avance
Para abordar el posible papel que juegan tanto la radiación ionizante como la ingravidez en la enfermedad cardiovascular, Delp y sus colegas realizaron, también, un estudio de seguimiento en un modelo con ratones. En total, 44 ratones macho fueron divididos en cuatro grupos: controles, descarga, solo, en patas traseras (para estimular la ingravidez), solo irradiación corporal total, descarga, solo, en patas traseras e irradiación corporal total.
En los ratones expuestos tanto a la ingravidez como a la radiación, las células endoteliales productoras de óxido nítrico se desactivaron, lo cual acarreó estrechamiento de los vasos y aterosclerosis. Siete meses después, los ratones expuestos a radiación relevante con el espacio sufrieron cuadros de disfunción celular endotelial, no así los expuestos a la ingravidez, aseguran los investigadores.
A pesar de mostrarse crítico con la relación epidemiológica entre exposición a la radiación y mortalidad cardiovascular en los astronautas del proyecto Apolo, Levine alabó la solidez de la ciencia hecha en el modelo con animales, algo que espera no se vea oscurecido por los llamativos aunque débiles hallazgos de mortalidad. La ciencia hecha en el modelo con animales viene a avalar anteriores investigaciones, incluido el trabajo realizado por el Dr. Dan Berkowitz (Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Baltimore, MD), que reveló que el estrés oxidativo contribuye a la disfunción endotelial vascular, entre otros hallazgos.
“Lo que tenemos que preguntarnos es si hay algo en el entorno de los vuelos espaciales que podría cambiar la ecuación, que podría acelerar la enfermedad cardiovascular,” concluyó Levine. “Es un tema que me ha preocupado mucho y que ha propiciado que los mejores en su campo colaboraran en muchos estudios sobre qué les sucede a los vasos sanguíneos en el espacio. Creo que es un problema acuciante y me alegra que el Dr. Delp haya publicado su trabajo en animales aunque sigo pensando que todavía no podemos confirmar que una función endotelial deteriorada provoque ataques al corazón.”
A pesar de la exposición a la radiación, los astronautas del proyecto Apolo no tuvieron un mayor índice de mortalidad asociada al cáncer que aquellos que se quedaron en Tierra o que solo volaron dentro de la órbita más baja de la Tierra.
Fuente:
- Delp MD, Charvat JM, Limoli CL, et al. Apollo lunar astronauts show higher cardiovascular disease mortality: possible deep space radiation effects on the vascular endothelium. Sci Rep. 2016;6:29901.
Declaraciones:
- Delp no declaró conflicto de interés alguno.
Michael O’Riordan is the Managing Editor for TCTMD. He completed his undergraduate degrees at Queen’s University in Kingston, ON, and…
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