La Retórica de las Elecciones Presidenciales Norteamericanas: No es la América que Conozco
Llegué a Estados Unidos de la Indica hace casi una década en busca de la felicidad y he intentado contribuir a la medicina y al cuidado de los pacientes cada día. Mi ambición, en parte, se cimentó gracias a los valores que vorazmente hice míos durante mis años de formación en medicina y cardiología en Estados Unidos: responsabilidad, compasión, excelencia, integridad y respeto. Estos valores son, ahora, parte de quien soy, no solo como médico pero también como ser humano. Estas virtudes no tienen nada que ver con las creencias, el color de la piel, el credo, la fe, la religión y el sexo, y son el ADN del tejido social del que formo parte.
Por eso al echar la vista atrás y recordar lo que he presenciado por televisión, en cuenta de Twitter e incluso en las aceras de mi barrio desde hace más de un año, no concibo cómo ni por qué la sociedad que conozco está privándole de derechos al inmigrante.
Aunque no suelo prestar atención a la política, la extraña campaña política vivida me ha mantenido pegado a las noticias. Lo que he presenciado durante la campaña política choca directamente con lo que yo he vivido en EE.UU. como inmigrante, así como con la formación médica que este gran país me ha dado. El tipo de medicina que me han enseñado a ejercer aquí es un faro de excelencia cimentado en la compasión y el deseo de aliviar el sufrimiento de los demás.
Durante el tiempo que he vivido en este país, me ha enorgullecido el trabajo llevado a cabo por mis colegas en medicina cardiovascular y cardiología intervencionista, así como por mis colegas médicos, en general. He visto el respeto y la esperanza en los ojos de mis pacientes cada día y mi comunidad me ha aceptado con los brazos abiertos. Los colegas de profesión bajo cuyas órdenes he trabajado me han apoyado a lo largo de toda mi carrera, fomentando mis habilidades y asesorándome como a uno más. Debo buena parte de esto a haber vivido bajo el paraguas de los valores norteamericanos, donde puedo ser excelente en mi trabajo y no ser juzgado por quien soy.
Pero la divisoria campaña que he visto no ha fomentado la compasión entre los muchos que apoyan al presidente electo de EE.UU. También he visto muy poca integridad, si es que la integridad puede definirse como hacer lo correcto cuando nadie te ve. Las lamentables muestras públicas de conducta de estas masas durante el transcurso de las elecciones son irrespetuosas con el espíritu de la América que conozco. El condescendiente comportamiento hacia las mujeres y el colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales no ha hecho más que echar leña al fuego.
Yo ya he empezado a notar las consecuencias de todo esto. Me han llegado informes de trato discriminatorio hacia colegas nativoamericanos de segunda generación, algunos de cuyos pacientes ahora exigen ser tratados por médicos caucásicos a quienes se refieren como “verdaderos doctores norteamericanos.” Yo mismo he visto gestos y actitudes no verbales cuando interactúan con los pacientes y sus familias, disconformidades en su conducta y desdén en sus ojos, que jamás había visto en todos mis años de experiencia antes de estas elecciones.
Me duele ver este gran país ser representado internacional e internamente por la divisoria retórica de estas elecciones presidenciales. Pero en lugar de fijarme demasiado en el pasado, me gustaría mirar al futuro con esperanza y optimismo. Quiero aprovechar esta oportunidad para instar a mis colegas de la comunidad de cardiología a reafirmar a sus colegas inmigrantes que trabajan en EE.UU. de forma justa y sin prejuicios. Asegurar que saben que el país en el que todos vivimos todavía valora y ampara el verdadero talento venga de donde venga, que los médicos inmigrantes pueden trabajar duro con la esperanza de ejercer una medicina de la excelencia y que sus contribuciones tanto a la medicina como a la sociedad serán admiradas y valoradas por sus colegas norteamericanos. Desde mi perspectiva como médico y extranjero, esa es la esencia de la verdadera América cuyo brillo espero que vuelva a alumbrarnos.
Ankur Kalra, MD, is an interventional cardiologist at Franciscan Health in Indiana and co-chief executive officer of Kalra Hospitals in…
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