Palos al ICMJE por su Propuesta de Compartición de Datos en Ensayos Clínicos
“No podría estar más en desacuerdo con este documento…si llega a aplicarse esta política que exige el envío de bases de datos sin identificar, sencillamente jamás publicaría en ninguna revista médica que siguiera este patrón.”
“La idea es buena en teoría pero todavía hay que trabajarla mucho.”
Esta propuesta está “demasiado centrada en los intereses provincianos de las revistas médicas que pasa por encima del derecho del público a recibir el beneficio máximo de la investigación médica.”
“El acceso público descontrolado a las bases de datos de cada paciente no es ético por lo que ha de restringirse, solo, para fines de investigación.”
“La propuesta del ICMJE es un importante paso adelante para mejorar la transparencia de los ensayos clínicos tanto para los consumidores como para la comunidad médica universitaria.”
“Yo creo que esta propuesta es bienintencionada pero tremendamente inocente ya que, básicamente, vulnera el tejido fundamental de la confidencialidad y protecciones del paciente…me opongo firmemente contra dicha propuesta.”
El período de comentarios públicos abiertos sobre la propuesta de compartición de bases de datos de ensayos clínicos como requisito indispensable para publicar en una revista afiliada al ICMJE propuesto por el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE) se cerró la semana pasada con unos sorprendentes 319 comentarios. Las 66 páginas de respuestas, si se tienen un par de horas para echar un vistazo a todas las páginas, hablan de Quién es Quién en Medicina y, muy ocasionalmente, se desliza de forma sardónica en varias secciones de estos comentarios que todos los periódicos y revistas están, poco a poco, echando el cierre.
Hablé con la Dra. Christine Laine editora jefe de Annals of Internal Medicine, y uno de los diarios afiliados al ICMJE y secretaria de esta organización que, según me dijo, es una organización voluntaria, sin junta directiva y sin liderazgo designado. Laine dijo haber leído “algunos” de los comentarios publicados hasta la fecha y que probablemente se tardará meses hasta que los miembros del ICMJE puedan revisarlos todos.
Yo misma he estado algún tiempo echándoles un vistazo a los comentarios. Hay muchas respuestas muy bien pensadas y unos cuantos apoyos sin fisuras. La mayoría, no obstante, son una mezcla de apoyo cauto con dudas, advertencias y preocupaciones. Los comentarios se han publicado de diferentes partes del mundo, como por ejemplo, Australia, Canadá, India, Grecia, Irán, Japón, Italia, Alemania, EE.UU., etc.
¿Quién es Quién?
Varias respuestas del mismo centro apuntan a que ciertos hospitales recuerdan a su personal que han de dejar sus comentarios antes de que acabe el plazo (y, al menos en uno de los casos, el personal del hospital ha recibido, directamente, una carta prefabricada de antemano). También hay comentarios procedentes de organizaciones médicas internacionales, asociaciones de comerciantes, editores médicos, compañías farmacéuticas y fabricantes de dispositivos y libreros médicos, aunque la mayoría de los comentarios vertidos proceden de ensayistas clínicos e investigadores. Algunos participantes en ensayos clínicos también han querido dar su opinión.
El cardiólogo Dr. Manesh Patel (Instituto de Investigación Clínica de la Universidad de Duke, Durham, Carolina del Norte), dijo en sus comentarios que tanto él como otros muchos, incluido el Dr. C. Michael Gibson (Beth Israel Deaconess Medical Center, Boston, MA) han formado un grupo para tratar todas las cuestiones planteadas: El Consorcio Organización de Investigación Universitaria para la Evaluación Continua de los Estudios Científicos - Cardiovasculares (ACCESS CV). Este grupo está elaborando una respuesta formal que se publicará en una publicación revisada por expertos, advirtió Patel.
“Estamos de acuerdo tanto con la transparencia como con la compartición de datos. Sin embargo, nos preocupa que esto no se lleve a efecto de forma ordenada,” dijo. “Sobre todo, nuestras dos preocupaciones fundamentales giran en torno a la posibilidad de llegar a resultados imprecisos y erróneos por hacer análisis no especificados y no estructurados o análisis carentes de hipótesis. Nos preocupa la multiplicidad de las pruebas y muchos posibles errores que pueden darse y que ponemos de manifiesto en nuestra respuesta. También nos preocupa la privacidad de los pacientes y los métodos de acceso a los datos de estos.”
El Dr. Harry Greenberg, decano asociado de investigación de la Universidad de Stanford (Stanford, California), también ha mostrado su preocupación.
“Aquí el diablo se esconde en los detalles, que es lo que me preocupa enormemente de esta propuesta que parece tan bienintencionada aunque apunta a un problema grande. Hay varios detalles críticos que resaltar, tres nos vienen a la mente de inmediato: 1. ¿Cómo financiar y certificar la no identificación? 2. ¿Qué hacer con el inevitable mal uso de los datos que hagan los parásitos?: manipulación, uso selectivo de los datos, malinterpretaciones deliberadas y ¿cómo separar el mal uso de un uso constructivo, correctivo y creativo? 3. ¿Cómo evitar que alguien, malintencionadamente, aunque con inteligencia logre re-identificar a los pacientes y ponga a todo el mundo en una situación embarazosa, seguido de un inevitable ridículo para el desgraciado investigador que no fue del todo perfecto en la des-identificación? Este último detalle, en concreto, es el que me parece más inevitable. 4. ¿Hay algún dato que indique que los beneficios (debatidos en la propuesta) derivados de implementar la misma superarán los posibles problemas que se creen?”
Sir Rory Collins, del Departamento Nuffield de Salud Poblacional en Inglaterra de la Universidad de Oxford, mostró similares preocupaciones sobre las evidencias que apuntalan la propuesta del ICMJE. “No apoyamos esta propuesta ya que podría resultar en una menor transparencia, y no al contrario,” dijo. “Animamos, por lo tanto, a los editores a que se pongan en contacto con personas con experiencia tanto en la generación de datos como en el uso de datos de otras personas antes de proponer un plan de acción sin evidencia ninguna.”
‘Parásitos de Datos’
Varios comentarios avalaron un argumento publicado en un controvertido editorial del New England Journal of Medicine tras el anuncio hecho por el ICMJE, que los “parásitos de datos” se aprovecharán del duro trabajo hecho por otros.
El cardiólogo Dr. Cardiologist Robert Sheldon (Instituto Cardiovascular Libin de Alberta, Calgary, Canadá), dijo estar totalmente de acuerdo con la propuesta general aunque dijo que la normativa en materia de compartición desarrollada a través de la Red canadiense de Arritmias, de la que es investigador, ha revelado algunos fallos. “Mientras preparábamos esto fuimos conscientes de que hay grandes centros en Canadá que son, de hecho, parásitos de datos: nunca realizan inscripciones de pacientes, siempre están encantados de contar con los datos…me gustaría resaltar que toda esta gente que está deseosa de tener datos no tienen un grado en medicina y no tienen ni la menor idea de lo que cuesta realizar un ensayo clínico,” explicó.
El Profesor Dr. Anushka Patel (Instituto George de Salud Global de Sydney, Australia), dijo que el instituto reconoce los posibles grandes beneficios que puede tener para la comunidad compartir datos de ensayos clínicos sin-identificar pero lo preocupan algunos de los riesgos que no se han reconocido abiertamente. “Aunque la necesidad de contar con una hipótesis pre-especificada y un plan de análisis que sirva a una verdadera necesidad científica y/o de seguridad pública debería de ser un requisito fundamental de cualquier análisis nuevo, también han de incorporarse salvaguardas contra un mal uso de los datos que sirva a grupos de interés específico,” dijo. “En particular, los investigadores originales deberían de tener el derecho de rehusar compartir datos con cualquier individuo, grupo o entidad que tenga un conflicto de interés importante y que pueda demostrarse.”
Muchos cardiólogos, incluido Salim Yusuf y Stuart Connolly, firmaron una carta pública eniada al Instituto de Investigación Pública de la Salud de la McMaster University de Hamilton, Canadá, poniendo de manifiesto sus preocupaciones en torno a la propuesta. “Pensamos que el actual plan propuesto de compartición forzada de datos no beneficiará, en modo alguno, a pacientes, investigadores, patrocinadores ni a la propia sociedad,” explican.
Entre tanto, investigadores del Proyecto YODA (Acceso de Datos Abiertos de la Universidad de Yale, incluidos los Dres. Harlan Krumholz y Joseph Ross, comentaron que avalan el ‘abordaje general´ del ICMJE.” “Señalan, no obstante, que quedan puntos por aclarar, incluida, “como salvaguarda,” la necesidad de que los autores de análisis secundarios expliquen en qué varía su estudio propuesto del ya realizado por los investigadores del ensayo.
debería de tener un plan que penalice a todos aquellos investigadores que no compartan sus datos dentro del período propuesto de seis meses. “Creemos que esta propuesta podría fortalecerse si se definieran explícitamente dichas sanciones, como por ejemplo, excluyendo a todos los autores relacionados con el ensayo de los artículos que se publiquen en las revistas afiliadas al ICMJE durante un período de tres años.”
Tiempo y Dinero
Uno de los componentes más disputados de la propuesta parece ser la especificación de que los investigadores del ensayo pongan sus datos a disposición pública en un lapso de tiempo no superior a 6 meses. La mayoría de comentarios, incluso los que avalan la propuesta, aseguraban que seis meses no era suficiente tiempo para que los investigadores compilaran todos sus análisis y subestudios. Una minoría no estuvo de acuerdo, aseguran que seis meses “es mucho tiempo” dejando comentarios que abogaban por que la compartición de datos y la publicación ocurriesen simultáneamente.
Varios comentarios preguntaban sobre el importante trabajo que hace falta para proporcionar datos a un nivel que pudiese compartirse y cómo se financiaría dicho trabajo. “No creo que las agencias financieras proporcionen la financiación necesaria para crear semejante base de datos con la documentación necesaria para que alguien ajeno al estudio pueda hacer un uso de la información con todas las garantías, dijo la Dra. Sharon-Lise Normand (Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, Boston, MA). “Los datos son valiosos: los pacientes aportan los datos, los investigadores reclutan a los pacientes, los comités de seguridad de datos se mantienen vigilantes y los investigadores del estudio analizan los datos. Crear una base de datos que pueda usarse con documentación precisa y fiable es una parte esencial del estudio que requiere de una financiación necesaria si queremos que esta iniciativa se tome seriamente.”
El endocrinólogo Dr. Michael Jensen (Clínica Mayo, Rochester, MN), fue, incluso más cínico al respecto: “Genial, otra carga más para los investigadores, como si no tuvieran bastante con el tiempo que tienen que dedicar a todo el papeleo. . . . Yo veo esto como otra exigencia no remunerada que lo único que hará es restarles tiempo de trabajo tanto a los investigadores como a su equipo.”
Incluso los defensores del plan seguían teniendo dudas sobre cómo controlar la provisión y divulgación de la información de los pacientes.
El Dr. Jacques Demotes (Red Europea de Infraestructuras para la Investigación Clínica), dijo, “Estamos totalmente de acuerdo con esta iniciativa. La cuestión no es si compartir, o no, datos, la cuestión es cómo hacerlo de forma responsable y con los controles adecuados.”
Pacientes y Participantes
Muchas respuestas tanto de ensayistas como de pacientes, plantearon la cuestión de la confidencialidad y la posibilidad de que el fantasma de la compartición de datos terminaría por disuadir a los pacientes de inscribirse en ensayos.
Uno de los comentaristas, que se identificó como investigador, ensayista clínico y participante de un ensayo clínico en la Universidad de Michigan escribió que facilitar datos de cada paciente violaría las aprobaciones de la junta revisora de cada centro en materia de realización de estudios clínicos. Además, dijo, “podría ocurrir que los pacientes se identificasen a sí mismos a partir de unos cuantos descriptores demográficos y del hecho de que participaron en un ensayo específico en el centro. ¡Estas son cosas serias!”
Otro comentarista escribió: “El hecho de que los datos de los pacientes terminarán siendo de dominio público implica que tendrá que informarse a los participantes durante la fase de inscripción en el estudio de lo que ocurrirá cuando se publiquen los resultados del estudio; el consentimiento informado sería el documento obvio en el que se reflejaría esta circunstancia. ¿Podría esto influir en la decisión de un paciente de participar, o no, en un estudio?, ¿las dudas sobre confidencialidad evitarían que el paciente (o el sujeto de algunos tipos de ensayos que no tiene enfermedad alguna) aceptasen participar?”
Uno de los pocos comentarios anónimos de alguien que se identificó a sí mismo como paciente de un ensayo clínico, dijo, “Me aterra la propuesta del ICMJE. El consentimiento informado que yo he firmado no contempla la compartición de datos de los pacientes y me preocupa que el espónsor de mi ensayo pudiese publicar en una revista afiliada al ICMJE y le obligaran a divulgar mis datos personales, algo que no creo debiera de permitirse. Consentí participar en el estudio para ayudar al espónsor a evaluar los perfiles de seguridad y eficacia de un fármaco en fase de investigación para que éste fuese aprobado, no para compartir mis datos (ni si quiera sin identificar) con el público…Incluso el hecho de que la gente tenga que facilitar su dirección de email para hacer sus comentarios indica que no hay respeto alguno por la privacidad de los pacientes.”
Siguientes Pasos
Según Laine, editora de Annals, los diarios afiliados a ICMJE solo se reúnen una vez al año y ya no volverán a reunirse hasta otoño de 2016. Aunque esta no es la primera vez que el ICMJE hace públicas sus políticas, nunca antes habían presentado un borrador de las mismas y lo habían hecho público para conocer la opinión del público. “Vamos a intentar aceptar algunos de los cambios que podríamos hacer, incluso es posible que publiquemos una política revisada antes del próximo otoño, pero teniendo en cuenta la cantidad de comentarios recibidos, es posibles que el grupo no llegue a un consenso hasta que celebremos otra reunión en persona,” concluyó.
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Shelley Wood is the Editor-in-Chief of TCTMD and the Editorial Director at CRF. She did her undergraduate degree at McGill…
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